viernes, 1 de noviembre de 2013

Historia de la moda

La historia de la moda refleja la evolución cronológica de las prendas de vestir. La moda es el arte del vestido, de la confección de prendas en base a parámetros funcionales y estilísticos, tanto en ropa como accesorios (sombreros, guantes, cinturones, bolsos, zapatos, gafas). El vestido es una necesidad básica para el ser humano, para protegerse del frío y de las inclemencias del tiempo. Durante su evolución, el ser humano ha ido perdiendo el pelo, que ha tenido que suplir con pieles de otros animales o, más tarde, con lana o productos vegetales como el lino y el algodón. Sin embargo, partiendo de esta primera necesidad, con el tiempo el vestido ha adquirido un carácter estético, por cuanto ha reflejado el gusto y el carácter de su portador, y se ha ido convirtiendo en un adorno más de la persona, sujeto a los cánones de la moda y del devenir artístico de cada civilización. Asimismo, en el vestido intervienen factores climáticos y geográficos, así como sociales —el vestido como reflejo de una determinada posición social—, religiosos o sexistas —el vestido ha servido a menudo como objeto de diferenciación sexual-.
























































































Sintiendo la moda con Seda
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Explorar la historia de esta tela rompe cualquier prejuicio respecto a la banalidad de las tendencias en el vestuario. La seda creó alianzas militares y políticas en Asia durante la antigüedad, movilizó a miles de personas en Oriente para comercializarla a través de la Ruta de la Seda y ha sido considerada como el gran invento chino, después del sistema de imprenta y la brújula. Su suavidad y brillo son el valor agregado de su riqueza histórica, que confirman por qué es sinónimo de lujo.
“Es un material increíble en todo sentido. Las prendas de seda se amoldan al cuerpo y adquieren un movimiento único y personal. Es una tela que permite muchas posibilidades, tanto en su uso como en su teñido”, explica Salka Tennen, diseñadora y dueña de Tienda Té Verde, quien se ha especializado en la creación y confección de prendas con este textil. “Además, por su liviandad, es muy fácil de lavar y secar, y no se arruga con facilidad”, agrega.
La cantidad de hilos de seda es lo que determina el uso que se le dará. “Normalmente usamos seda de un hilo para los vestidos porque tiene mejor caída, la de 2 hilos para hacer chaquetas, y la de 4 hilos para cosas más gruesas como cortinas o para revestir muebles”, explica Su Lertpunyaroj, dueña de la tienda Seda Thai, que importa estas telas desde Tailandia.
“Su versatilidad da un movimiento natural a las prendas, además es una textura que sirve en invierno y verano, ya que al ser 100% natural es fresca en verano, y combinada con lana y paño se vuelve cálida. La simpleza de su caída es elegancia genuina. Muchas dicen que es adictiva porque la sensación que provoca al tacto es sin duda maravillosa”, opina la productora de modas Fernanda Zamora. Por algo diseñadores como Dolce & Gabbana, Emilio Pucci y Riccardo Tisci recurren a este material para construir sus colecciones año a año.
Desde la eco hasta la arácnida
El proceso por el que se obtiene la seda no es tan romántico como su hermoso resultado (los gusanos que se utilizan se ‘sacrifican’ en pos de los hilos de seda), pero el lado eco -claramente en auge- en la industria textil ha encontrado una alternativa verde que ratifica su título de ‘noble’. Se trata de la seda de la paz, método que espera que el gusano se transforme en polilla y vuele para hilar las fibras que él mismo construyó. El hilado es mucho más complejo (y caro), ya que implica un minucioso trabajo a mano.
Además de su versión sustentable, también tiene una hermana en la creciente categoría fashion de ‘símiles’. La empresa japonesa Komatsu Seiren desarrolló una fibra de poliéster muy parecida a la seda al tacto, pero sin las elevadas exigencias humanas y económicas de la fibra natural, que diseñadores como Lanvin ya han incorporado en sus diseños.
Sin embargo, el premio a la innovación se lo lleva la seda de arañas, “el colmo del lujo”, como la calificó la revista S Moda del diario El País de España. Se trata de una fibra elástica, muy resistente y dorada que se extrae de los tejidos atrapainsectos hechos por esos arácnidos. “Es más resistente que un cable de acero, porque puede ser estirada un 30 a 40 por ciento sin que se rompa, mientras que este último resiste un 8 por ciento. Además es ultraliviana y doblemente más elástica que el nailon. Es ideal para telas delgadísimas e irrompibles”, describe Suzanne Lee, investigadora de la Universidad Central Saint Martins, en su libro Fashioning the Future. ¿Lo mejor? Ninguna araña es maltratada en el proceso.
Aliada de las mujeres
De acuerdo con un reportaje publicado por el sitio estadounidense Everyday Health en el que participaron diferentes entidades médicas, las prendas de seda ayudarían a aliviar los bochornos durante la menopausia, gracias a que la tela es respirable; a prolongar la humectación de la piel, ya que el tejido mantiene la temperatura corporal, e incluso a promover un descanso más profundo al dormir, gracias a su suavidad.

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